El sentimiento de vergüenza lleva a muchas personas a creer que no son valiosas o que no son dignas de ser amadas. Dedica tiempo a felicitarte y brindarte amor; por ejemplo, anota todos los días tres cosas que te gusten de ti.
Tanto terapeutas como psiquiatras están capacitados para manejar una serie de situaciones, y pueden ofrecer un espacio seguro para trabajar juntos y desarrollar habilidades de afrontamiento que te ayuden.
Busca ejemplos de personas con experiencias y orígenes similares a los tuyos, que hayan hecho un aporte positivo a la sociedad. Esto ayuda a combatir la vergüenza y el estigma, y además activa tu fortaleza interior y capacidad de resiliencia.
El estrés o la preocupación te pueden llevar a ver las situaciones desde una perspectiva negativa, a excederte en la autocrítica o dudar de tu capacidad para manejar las cosas que te causan estrés. Una forma de replantear nuestros pensamientos negativos es evitar pensar en ellos como si fueran hechos, y considerar otras posibilidades. Con el tiempo, esto te puede ayudar a reducir tu respuesta emocional negativa ante el estrés. El mundo es suficientemente difícil: no hace falta que tú te hagas las cosas más complicadas.
Es posible que lo último que quieras hacer sea hablar de lo que te está pasando. O quizá no quieras contarles a tus seres queridos. Es irónico, pero por lo general, esto es una señal de que para empezar a sanar necesitas dejar salir lo que te está oprimiendo. Considera pedirle a un terapeuta o a alguien de confianza que te escuche. Con una sola persona es suficiente para comenzar.