Nadie es perfecto: esto es seguro. Lo normal es cometer errores y es común que tengamos desacuerdos con las personas. Además, es imposible que puedas cumplir  las expectativas que todos tienen de ti. Y no pasa nada, así es la vida.

Es común sentirse culpable cuando hacemos algo mal. La culpa es una emoción que se asocia con conductas, decisiones y acciones de las cuales nos arrepentimos. Si te sueles sentir culpable, es posible que te obsesiones con algún error o equivocación que hayas cometido, a veces hasta el punto de experimentar pánico o depresión.

Pero la culpa también te puede motivar y revitalizar. Te puede enseñar qué no hacer en el futuro, e incluso puede propiciar cambios significativos en tu vida (como dedicar más tiempo a ayudar a otras personas).

La vergüenza funciona un poco distinta a la culpa. La culpa se puede sentir como: "Hice algo malo y me siento pésimo por eso". La vergüenza, en cambio, se siente como: "Soy una mala persona de pies a cabeza". Además, podría estar acompañada de sentimientos de autodesprecio, de la creencia de que eres una deshonra, que no eres digno de amor y que deberías ocultar tus sentimientos, intereses e identidad.

En algún punto de nuestras vidas, todos hemos sentido vergüenza o hemos estado en una situación embarazosa, y a nadie le hace mal un poco de modestia: es saludable que te rías de ti si cometes un error y te regañes si no pudiste hacer algo bien. Sin embargo, cuando la vergüenza se apodera de tus pensamientos, el riesgo es que termines creyendo que eres básicamente una mala persona.

No hay que subestimar lo difícil que es manejar la vergüenza. Se siente como si todos los días cargaras un peso enorme. Te puede impedir disfrutar tu vida, aprovechar nuevas oportunidades e incluso acercarte a otras personas. La vergüenza te puede llevar a ocultar partes de ti que merecen ser vistas y escuchadas.

En algunos casos, la vergüenza puede favorecer el desarrollo de condiciones de salud mental como la depresión o la ansiedad, o incluso intensificarlas.

Las personas se avergüenzan a veces de algunas partes de sí mismas y de su identidad, cosas que por lo general no se pueden cambiar, pero que igual implican una asociación negativa. Estas asociaciones se llaman estigma: una serie de supuestos negativos sobre ciertas personas o identidades.

La exposición continua al estigma es dañina. Si una y otra vez te dicen que es incorrecto o está mal ser quién eres, es comprensible que cargues con ese sentimiento.

Para muchas personas, el trauma también puede ser motivo de vergüenza. El acoso, el abuso, el abandono y la violencia producen indudablemente heridas emocionales. Y aunque no sea su culpa, el trauma tiene una extraña tendencia a hacer que las personas se culpen por las cosas malas que les sucedieron.

Las personas LGBTQ+ cargan con una enorme vergüenza heredada por las actitudes y prácticas discriminatorias de las que son objeto.

El contexto de estrés en el que viven las minorías (en inglés) proporciona una explicación útil del vínculo existente entre vergüenza y estigma anti LGBTQ+. La vergüenza que experimentan es resultado de una combinación de factores distales (como odio, prejuicios, rechazo), factores proximales (como homofobia internalizada, transfobia y estigmas similares) y factores de resiliencia (como orgullo, pertenencia a una comunidad y el enaltecimiento de tu cultura).

Aunque ha habido muchos avances en cuanto a desestigmatizar las condiciones de salud mental y la identidad LGBTQ+, la terapia de conversión se sigue practicando de forma extensa en muchos estados. La idea de que ser como eres es una enfermedad sigue ocasionando una innecesaria sensación de vergüenza entre las personas LGBTQ+.

Si has sentido vergüenza, sabes que por lo general viene acompañada de muchas otras emociones negativas. Estos son algunos sentimientos vinculados con la vergüenza.

Los sentimientos persistentes de vergüenza pueden aumentar y causar problemas de salud mental. Revisa estas condiciones y cómo se relacionan con la vergüenza.

Ahora que conoces más sobre la vergüenza, puedes empezar a enfrentarla y sanar. Te mereces un descanso de estos sentimientos: nadie debería sentir día tras día que es una mala Los sentimientos persistentes de vergüenza pueden aumentar y causar problemas de salud mental. Revisa estas condiciones y cómo se relacionan con la vergüenza.

Si actualmente estás enfrentando sentimientos de vergüenza, reconoce que no tienen por qué durar para siempre. Los sentimientos de vergüenza se pueden volver mucho más manejables con apoyo y un poco de tiempo. Conoce algunos recursos que te pueden ayudar a manejar los efectos negativos de la vergüenza.