Preocupación
¿Qué es la preocupación?
Si alguna vez te has sentido extremadamente nervioso por un examen que se aproxima, o al viajar en un automóvil te has sentido inquieto por la forma de manejar del conductor, significa que has tenido sentimientos de preocupación. Todos nos preocupamos en distintos momentos de nuestra vida y por motivos diferentes. Por lo general, los pensamientos son pasajeros o podemos desviar nuestra atención hacia otra cosa.
Pero, si esos pensamientos persisten y te cuesta pensar en otra cosa, puedes acabar exhausto por la preocupación. Es un reto enfocarnos en el presente cuando constantemente estamos pensando en los “qué pasaría si…”.
En algunos casos, la preocupación puede provocar miedo o la sensación de que está por ocurrir una catástrofe, a menudo acompañada de síntomas físicos, como dificultad para respirar o tensión corporal. Esto se llama pánico. Algunas personas experimentan “ataques” de pánico repentinos e intensos, que muchas veces no tienen un claro desencadenante. Esto puede ser aterrador, en especial si nunca te has sentido así anteriormente y lo estás experimentando por primera vez.
No toda preocupación es una condición de salud mental diagnosticable. Pero, si te cuesta controlar la preocupación y relajarte, o si experimentas episodios de pánico recurrentes, es posible que tengas trastorno de ansiedad. Esta es una categoría de condición mental que incluye el trastorno de pánico y el trastorno de ansiedad generalizada. Si es el caso, habla de esto con un profesional de la salud mental.
¿Qué provoca mi preocupación?
Nuestro cuerpo está diseñado para anticipar y huir de las amenazas, que es precisamente lo que nos indican tanto la preocupación como la ansiedad. Por ejemplo, si aprendemos que un oso nos puede comer, nos preparamos biológicamente (nuestra respiración y la tensión de nuestros músculos) para huir de un oso si vemos uno.
Desarrollamos estas respuestas como una forma de protegernos y de ayudarnos a sobrevivir. En este sentido, la preocupación y la ansiedad no son sólo normales para nosotros, sino que además suelen ser necesarias.
Dicho esto, a veces nuestros sensores se descontrolan y percibimos amenazas (o posibles amenazas) mayores de lo que en realidad son. Puede que nos cueste dejar de preocuparnos y nos empecemos a preparar físicamente para protegernos y huir.
Dependiendo de qué tanto intervengan estos sentimientos en nuestra vida, podríamos experimentar diferentes niveles de ansiedad, desde preocupación hasta pánico. Generalmente estos sentimientos son pasajeros y se pueden solucionar, en parte, tratando de identificar la fuente de la preocupación.
Algunas fuentes comunes, tanto de preocupación, como de ansiedad y pánico incluyen:
- Ambientes de trabajo estresantes
- Problemas económicos
- Preocupaciones acerca de tus relaciones
- Grandes multitudes
- Enfermedades crónicas
Hay otros factores que también pueden influir en nuestros sensores y hacer que aumente nuestra ansiedad. Estos factores incluyen los alimentos que ingerimos y la dieta alimenticia que seguimos, nuestros hábitos de vida y nuestra genética. Por ejemplo, la falta de sueño o el consumo excesivo de cafeína puede incrementar la ansiedad. La ansiedad también puede ser hereditaria, es decir, que puede haber sido transmitida por uno de tus padres o de generación en generación. Saber qué son estos sentimientos y de dónde vienen puede ser un buen primer paso para sentirte mejor y poder lidiar con ellos a largo plazo.
Emociones, estados de ánimo y desafíos en la vida relacionados
¿Cómo puedo manejar la preocupación?
Puede ser útil comprender que lo que estás experimentando es preocupación, ansiedad o pánico, así como aprender formas de enfocarte menos en el futuro y más en el presente, de modo que se reduzcan tus reacciones físicas y mentales.
Es difícil hacer esto en el momento y requiere práctica: podría ser algo tan sencillo como dedicar unos minutos al día a concentrarte en tu respiración, aprender a ser consciente tanto de lo que te rodea como de tu seguridad y practicar una mayor conexión a tierra.
Dar pequeños pasos que te lleven a ser más amable contigo, así como aprender a calmarte y detener los ciclos de pensamiento negativos, puede tener beneficios enormes para tu calidad de vida.
Herramientas de apoyo para manejar la preocupación

-
Recibe un masaje
-
Haz una inversión en una manta con peso
-
Reconocer cuándo buscar ayuda
¿Qué puedo hacer ahora?
-
Línea de ayuda | Mensaje de texto | Chat en líneaLínea de ayuda de NAMI
-
Sitio webSeize the Awkward
-
Herramientas interactivasDónde conseguir ayuda | Mental Health America