El sentimiento de vergüenza lleva a muchas personas a creer que no son valiosas o que no son dignas de ser amadas. Dedica tiempo a felicitarte y brindarte amor; por ejemplo, anota todos los días tres cosas que te gusten de ti.
Busca espacios en tu localidad o en línea enfocados en personas con tus mismas experiencias e identidad. Integrarte a una comunidad donde te entienden es una manera excelente de lidiar con los efectos negativos de la discriminación.
Busca ejemplos de personas con experiencias y orígenes similares a los tuyos, que hayan hecho un aporte positivo a la sociedad. Esto ayuda a combatir la vergüenza y el estigma, y además activa tu fortaleza interior y capacidad de resiliencia.
La expresión creativa es una de las maneras más saludables de lidiar con el estrés. Hacer algo que disfrutes (ya sea pintar, escribir, hacer teatro, bailar, cantar, cocinar) te puede ayudar a mejorar el estado de tu mente, tu ánimo y energía. Si hay un pasatiempo del pasado que te gustaría retomar, haz un poco de espacio e inténtalo.
El estrés o la preocupación te pueden llevar a ver las situaciones desde una perspectiva negativa, a excederte en la autocrítica o dudar de tu capacidad para manejar las cosas que te causan estrés. Una forma de replantear nuestros pensamientos negativos es evitar pensar en ellos como si fueran hechos, y considerar otras posibilidades. Con el tiempo, esto te puede ayudar a reducir tu respuesta emocional negativa ante el estrés. El mundo es suficientemente difícil: no hace falta que tú te hagas las cosas más complicadas.
Es posible que lo último que quieras hacer sea hablar de lo que te está pasando. O quizá no quieras contarles a tus seres queridos. Es irónico, pero por lo general, esto es una señal de que para empezar a sanar necesitas dejar salir lo que te está oprimiendo. Considera pedirle a un terapeuta o a alguien de confianza que te escuche. Con una sola persona es suficiente para comenzar.